viernes, 25 de marzo de 2011

CUARESMA Y SEMANA SANTA

Atrás ha quedado el antruido con chiborras y mojigangas y el miércoles de ceniza, rito que nos  recuerda “polvo eres y en polvo te convertiras”, dando paso a la cuaresma tiempo de preparación para la Pascua.

 Ayunos y abstinencias nos traeran a la mente  comidas de  vigilia: garbanzos de viernes, bacalao al ajo arriero…..Los abuelos y abuelas recordarán tambien las bulas que les dispensaba de este ayuno y abstinencia de consumir carne durante los viernes, previo pago de diezmos o primicias.


Adivinanza

De siete hermanitas que somos yo la primera nací,
soy la mas pequeñita, como puede ser esto así

Solución:
La cuaresma

La cuaresma, lo forman siete semanas, del Miércoles de Ceniza, al Domingo de Resurrección. Por eso la primera, que empieza en miércoles es la más pequeñita.


Era la manera de preparar la Semana Santa con zapatos  y vestidos nuevos para el Domingo de Ramos, con los viacrucis (Nos gustaba girarnos en la iglesia siguiendo al sacerdote, Don Manuel, acompañado de los monaguillos, deteniendose en cada estación).

Con procesiones, Santos oficios, carracas, visitas al santísimo y velarle por la noche (los de menos de 50 no llegamos a disfrutarlo, según contaban los mayores se hacia algo mas que rezar)

Con el Monumento, la procesion del Encuentro la mañana del Domingo de Resurección……

Era un tiempo que marcaba otra forma de vivir.




2 comentarios:

Javier dijo...

Pues sí, está pronta ya la Semana Santa y todos, el que más y el que menos, estamos haciendo ya planes para pasar esos días de vacación, descanso o cambio de actividad en uno u otro lugar. Y, por qué no, valorando también la posibilidad de regresar al pueblo de origen durante esos días ¡tan ricamente!.
Hablas de las “bulas”, yo también las conocí. Y cuando éramos monaguillos y estábamos en la sacristía de la iglesia veíamos a los vecinos del pueblo ir a pedírselas al cura (D. Manuel, claro) y entregar un determinado dinero por ellas a cambio. Y de las carracas (¡cómo nos gustaba a los chavales hacerlas sonar repetidamente por todo el pueblo anunciando los actos en la iglesia! (las campanas estaban en silencio esos días). Pero había una cosa de la Semana Santa de aquella época que me impactaba extraordinariamente. Y era el momento en el que se tapaban los santos de la iglesia en señal de duelo con aquellas telas inmensas que les cubrían por completo. Y luego el día en el que se les destapaba cuando llegaba el domingo de Resurrección.
Hablas también de “girarnos en la iglesia durante el viacrucis…” Claro que sí, nos gustaba romper en esos momentos esa insistente manía que nos tenían machacados a los chavales de que en la iglesia no mirásemos hacia atrás por más ruido que escuchásemos; por eso, en el viacrucis, al rotar por la iglesia, las posiciones en el banco eran varias y en todas las direcciones.
Dices también: “visitas al Santísimo y velarlo por la noche…”. Añadiendo que en ese velarlo por la noche se disfrutaba y que se hacía algo más que rezar. Y yo creo que nos has dejado a todos esperando que nos cuentes algo más de eso que se hacía en esos velatorios nocturnos en la iglesia….. ¡Cuéntanoslo, anda…!, que ardemos en ascuas por saberlo. Si quieres, claro.

Jesús dijo...

Lo prometido es deuda. La información que os voy a dar sobre las Bulas es más bien para andar por casa, como se suele decir, pero contrastada con alguna persona que entiende y recuerda algo del tema de la misma forma que lo recuerdo yo; para información más veraz y "oficial", por llamarla de alguna manera, habría que recurrir al Obispado, cosa que no he hecho por considerar que en este caso no ha lugar. Hecha esta advertencia, continúo.
Eran tres clases de Bulas, siempre con denominación y con términos coloquiales: La de los ricos o pudientes, la de los menos pudientes (pobres no porque se supone que estos si eran considerados así no es que no tuvieran para pagar la Bula sino que no tendrían ni para comer) y la de los enfermos y ancianos. Según la categoría así era la limosna o asignación. La de los enfermos y ancianos por supuesto era gratis y la de los pudientes o menos pudientes tenían asignada una cantidad que los mismos feligreses consideraban oportuna o en último caso la que el cura estimara conveniente, según los bienes estimados de cada uno, nunca impuesta o considerada como una cuota fija como puede ser hoy en día, por poner un ejemplo para que todo el mundo lo entienda, el ser socio de un equipo de fútbol o abonado a una feria determinada de orridas de toros. Siempre había que solicitarla antes del inicio de la Cuaresma y el cura la expedía por escrito en una especie de pergamino, a título personal o familiar, pervio pago de la limosna correspondiente y si no hubiera obligación de pago se expedía igualmente.
Espero os hayan satisfecho las explicaciones que, por supuesto, quedan abiertas a cualquier comentario y que en cualquier momento, si procede, se pueden documentar.
Bufff, al final creo que me he enrollado, lo siento, pero allá va.
Un saludo.