sábado, 11 de julio de 2020

Nuestras artes de pesca (y 2)







Otra de las artes de pesca, que también seguíamos al pie de la letra en cuanto a preparación de aparejos y ritual en general en aquellos años cuando chavales en Velillas, era la pesca de cangrejos.

Aunque en esta ocasión, contando con la ayuda de los mayores de la casa, los abuelos generalmente, en el momento de la confección de las redes para los reteles que empleábamos en la captura de los cangrejos.

Porque, aunque los reteles los habíamos adquirido también en Saldaña, si queríamos disponer de alguno más de manera rápida, o si se trataba de reparar la red de alguno de ellos, entonces teníamos que recurrir a nuestros mayores, que ellos sí sabían repararla o tejer la red de manera adecuada para adherirla luego al aro de hierro que hacía que el retel bajase hasta el fondo del arroyo o del río, una vez depositado sobre el agua.

Así que, una vez preparados todos los reteles y buscado el cebo más adecuado, partíamos, con la alegría reflejada en el rostro, hacia las inmediaciones del arroyo que ya conocíamos como más cangrejero de todos los que rodeaban al pueblo.

Llegados al lugar y sin perder ni un solo minuto, porque las ganas de ver nuestros reteles llenos de cangrejos iban en aumento, echábamos todos los artilugios al agua dejando bien visibles las cuerdas que los sostenía; esperábamos, nerviosos eso sí, algunos minutos y comenzábamos a levantarlos uno por uno ayudándonos de un palo de una cierta longitud, que en su punta terminaba en una especie de horquilla que permitía que la cuerda del retel se deslizase a su través.

Y era entonces el momento por antonomasia de la alegría o de la decepción, dependiendo de si el retel contenía algún cangrejo o no; y si, aun teniendo alguno, el tamaño del mismo era el buscado.

Y la tarea se repetía de esta misma guisa una y otra vez durante la tarde, y siempre con la esperanza de que esta vez sí, varios de los reteles se mostrasen a rebosar de cangrejos, que era cuando mayor alegría reflejaban nuestros rostros.

Y es que ya nos imaginábamos llegando a casa con nuestro abultado cargamento de cangrejos depositados en aquellos particulares fardeles tan a propósito elaborados, y mostrándoselos a nuestras madres, que serían al final las que se encargarían de cocinar tan exquisito manjar. 

Así que, cuando la tarde ya se vencía y comenzaban a aparecer en el horizonte los primeros signos de oscuridad, nuestra aventura de pesca de aquella tarde se daba por concluida.  Y regresábamos a casa contentos y con un doble regusto ciertamente agradable, el de haber conseguido un buen número de ejemplares, y el que comenzábamos a sentir en la boca imaginándonos sentados en la mesa degustando una gran cazuela de cangrejos especialmente aderezados culinariamente por nuestras madres.

Y claro, luego quedaba contar nuestra andanza de la tarde de pesca al grupo de chavales del pueblo que no se habían embarcado aquel día en aquella apasionante aventura.  Y ahí sí que la gozábamos también.

                    Javier Terán.




miércoles, 8 de julio de 2020

Nuestras artes de pesca (1)







Las artes de pesca en nuestra etapa de chavales en Velillas en aquellos años eran bastante rudimentarias y caseras por encima de todo; si bien, lo suficientemente útiles para que prestasen la misión a ellas encomendada para que nos proporcionasen con cierta facilidad la captura de los elementos pretendidos; es decir, peces y cangrejos, generalmente, dependiendo del arte de pesca empleado y de la época del año de que se tratase.

En cuanto a la caña de pescar, una vez adquiridos sus aparejos en Saldaña, era montada por nosotros mismos, con una técnica que nos íbamos pasando de unos a otros con absoluta fiabilidad: desde localizar el palo de la longitud, grosor y manejabilidad adecuadas, que nos serviría de base para la caña, hasta montar sobre él el hilo de nylon, el corcho, los plomos y el anzuelo; y luego buscar el cebo que colocábamos en el anzuelo con especial destreza.

Y así montada ya con todos los útiles que la misma precisaba para poder iniciarnos en el noble arte de la pesca, nos urgía el estrenarla.  Así que aprovechábamos el primer rato libre para escaparnos hasta alguno de los arroyos cercanos al pueblo que disponían del suficiente caudal de agua, para dar rienda suelta a tan noble arte, con nuestra técnica de pesca aprendida con el paso de los años.

Eso sí, ya sabíamos que teníamos que armarnos de un cierto grado de paciencia, porque no todos los días que echábamos la caña los peces querían picar nuestro cebo.  O tampoco siempre que picaban conseguíamos la pieza, porque a veces tirábamos de la caña hacia arriba y el pez se nos escapaba, o se había comido el cebo y había desaparecido sin más.  Así que vuelta al principio, a colocar el cebo sobre el anzuelo y a lanzar la caña al agua en busca de la presa.

Y esta vez sí, para nuestra satisfacción, al poco rato la pieza que conseguíamos nos sorprendía por su tamaño; y nos animaba a echar una y otra vez la caña en el mismo lugar.

Hasta que vencida la tarde, y con el sol ocultándose ya por detrás de la torre de la iglesia, regresábamos felices a casa con nuestro cargamento de peces depositados en hilera sobre la estructura de un junco de un cierto grosor, con el que previamente nos habíamos aprovisionado, con la perspectiva de que la tarde de pesca nos fuese propicia.

Al pasar junto a la iglesia camino de nuestras casas, veíamos de reojo cómo los vencejos se mostraban aquel atardecer especialmente ruidosos en aquellos entornos; aunque nuestro máximo interés era llegar cuanto antes a casa para mostrar a los nuestros nuestro gran resultado de pesca de aquella tarde.

Y una vez en casa, depositábamos nuestra caña con especial cuidado en el rincón que acostumbrábamos, hasta que llegase una nueva ocasión que, a juzgar por los excelentes resultados de aquella jornada, muy posiblemente sería al día siguiente apenas finalizase la comida.



                              Javier Terán.








domingo, 5 de julio de 2020

Corte por obras en la carretera P-241 entre Carrión de los Condes y La Serna



La ejecución de las obras de renovación superficial del firme de la carretera P-241, de Carrión de los Condes a la P-240, del p.k. 0+000 al 15.+002, hace necesario proceder al corte de dicha carretera a partir del próximo día 6 de julio de 2020 incluido, entre las localidades de Carrión de los Condes y La Serna, por un período de dos meses. En caso de terminarse los trabajos en un plazo inferior se restituirá el tráfico sin previo aviso.
Los desvíos provisionales deberán realizarse por la CL-615, de Palencia a Guardo, desde la localidad de Carrión de los Condes hasta la intersección con la carretera PP-2414, que da acceso a la localidad de La Serna, donde se enlaza nuevamente con la carretera P-241 hasta la intersección con la carretera P-240 (Villaproviano).
El resto de la noticia lo tenéis en el siguiente enlace:

https://cadenaser.com/emisora/2020/07/03/radio_palencia/1593774048_718992.html?fbclid=IwAR2p6O8yP7gT7-FcFMNDnuaHScT1Tkl5XfrlJStREfKSce6qW-untcFdPTM




miércoles, 1 de julio de 2020

cumpleaños julio

FELICIDADES   PARA

MARIFE (Rosina), JULIO (Eva), SONIA  (Nieta Ángeles),
  
CHEMA (Maribel), LETICIA (Leoncio), BEATRIZ (Nisia) 

ANA, ANAROSA, BLANCA (Abuela, hija, nieta), 

IVAN  (Chusmari).RAQUEL ,ADRIAN(NIETA Y BISNIETO LUZ).

CLARA MARY (Nea), MERCEDES (Merche, Nea).

RAQUEL (Julián).DAVID (Andrés), RAQUEL (TALI). 

OSCAR,MIRANDA (PADRE E HIJA),LORENA (LUIS MIGUEL)


Y PARA TODOS LOS QUE CUMPLAN AÑOS  ESTE MES.

Si conocéis a alguien que cumpla  años este mes podéis  felicitarlo dejando un comentario, decid  su nombre y lo pondremos aquí. Entre todos podremos completar la lista