¡¡¡Animaros a participar!!!. Tenéis hasta el 31 de junio.
Quintanilla de Onsoña
lunes, 7 de julio de 2025
martes, 1 de julio de 2025
jueves, 22 de mayo de 2025
XXXVI Certamen provincial de fotografía "Nuestros pueblos en el horizonte"
Tenéis hasta mañana viernes ,día 23 a las 24 :00 horas para participar.
viernes, 18 de abril de 2025
jueves, 17 de abril de 2025
Escenas de antaño de nuestra Semana Santa
Llegadas estas fechas de la Semana Santa, es fácil suponer que a los que en aquellos años 60-70 vivíamos en Velillas o en Quintanilla, Villarmienzo, Villantodrigo o Portillejo, pongamos por caso, que éramos unos chavales en aquel entonces, nos vengan todavía a la mente algunos recuerdos de aquellas celebraciones religiosas que, con tanta religiosidad, tanto respeto y tanta intensidad se vivían.
De mi pueblo, uno de los recuerdos que mejor guardo, quizás con mayor nitidez y precisión, y que más me impactaba a mí y también al resto de los amigos, era el momento en el que en los días previos al Jueves Santo, los jóvenes del pueblo, bajo la supervisión del sacerdote y del sacristán, procedían a tapar las esculturas de los Santos de los diferentes altares de la iglesia con unas grandes telas de color oscuro en señal de luto. Resaltando a este respecto la pericia de los mozos del pueblo que, ayudándose de algunas escaleras y unas largas varas de madera, conseguían llegar con estas telas hasta las esculturas más altas del altar mayor, sin que ninguna de ellas quedase al descubierto. Logrando de esta forma que la iglesia quedase en una especie de tinieblas adecuadas a las celebraciones de que se trataba.
Luego, tras haberse silenciado las campanas de la iglesia en días anteriores en señal también de luto, venía el momento mágico para los chavales y que tanto nos gustaba, del toque de las carracas por las calles del pueblo para anunciar a los vecinos los actos religiosos. Por eso, en cada una de nuestras casas se guardaba al menos una carraca para sacarla a la calle y tocarla durante estos días.
Y claro, para estos actos, Viacrucis del Viernes Santo incluido, se solía contar para las pláticas de rigor con el predicador de turno venido de fuera, que digamos se explayaba a condición desde el púlpito; haciendo que sus palabras, un tanto acusadoras a nuestra forma de entender, retumbasen con tremenda fuerza entre los muros de la iglesia, haciendo que los feligreses permaneciésemos en completo silencio y con la cabeza agachada en muchas ocasiones.
Y en este conjunto de actos de la Semana Santa de aquel entonces, había otro momento que a los chavales del pueblo nos llamaba mucho la atención, porque nos parecía curioso y hasta chocante si se quiere. Y era el acto del lavatorio de pies en los Oficios del Jueves Santo por parte del sacerdote a algunos vecinos del pueblo, tratando de representar tan fiel como era posible esa escena de la pasión de Cristo tantas veces escuchada en los Evangelios.
Pero que nos parecía un tanto original que se llevase materialmente a efecto allí en la propia iglesia; por lo que cada Semana Santa de nuestra niñez estuvimos atentos a ese momento. Y claro, los comentarios entre nosotros trataban muchas veces de adivinar a qué vecinos les lavaría el sacerdote los pies aquel año. Y apuestas había para todos los gustos.
José Javier Terán.