viernes, 15 de abril de 2011

¿Somos los hombres de hoy aquellos niños de ayer?”


Agradezco mucho que Carmelo haya escrito (¡y tan bien!) precisamente sobre ese tema.

También yo tengo grabadas muy hondo aquellas reactualizaciones del Via Crucis con mi padre como protagonista.
     Lo vivía empapado de toda la buena atmósfera general que reinaba en aquella procesión, pero más de cerca que otros por tratarse de mi padre.  Recuerdo, siendo entonces monaguillo como tú, la preparación previa en la sacristía, que tan bien describes.
      Añado esta anécdota precisamente de esa fase: “de mi tiempo” (como decimos por la tierra), una vez presencié en ese momento una ‘negociación’ entre un primo nuestro rogando se le permitiera tomar parte también en la representación, como Cirineo, y mi padre, que se resistía receloso de que a su joven sobrino no le animara una motivación suficientemente seria y religiosa; y era edificante ver los esfuerzos de Avelino por ofrecer garantías de su sinceridad y piadosa disposición...

¡Son tantos los recuerdos que se acumulan en relación con los distintos tiempos litúrgicos, especialmente el de ahora!  Desde “el pabellón” de la iglesia, gran cortina azul y blanca que en cuaresma ocultaba todo el retablo (1), hasta los “Calvarios” de los viernes: cantado uno, cuya melodía oigo aún en la lejanía; otro, en tiempos más remotos, recitado ¡con máxima unción e inolvidable dramatismo! por el señor Benito. Alguna vez después he vuelto a evocarlos, con mis hermanas y mi hermano, logrando entre todos reconstruir no pocos pasajes...
             
Es oportuno terminar preguntándonos, como el poeta: “¿Somos los hombres de hoy aquellos niños de ayer?”
       Un saludo                                                   
                                                Tasio
                                                         
(1) Una duda mía nunca resuelta: ¿Cómo se arreglaban “las mozas” para instalar tantos metros cuadrados de tela colgando del techo, al centro del presbiterio, y bajando en graciosa curvatura hasta las bases del retablo?  Porque eran ellas quienes año tras año lograban tan admirable proeza, digna de expertos marineros de cuando la navegación a vela. – Tal vez alguna lectora lo sepa ¡por experiencia!
______________________________________
Aprovecho para felicitar a quien ha tenido la iniciativa de crear este sitio web y lo gestiona.
      Ya lo hice, más extensamente, cuando me informaron de su existencia y lo recorrí por vez primera. Pero, por alguna torpeza que lamento mucho, no debí seguir el debido procedimiento informático y no he visto publicado mi texto de entonces.
      Ahora, pues, aunque con retraso, mi felicitación y mi gratitud al (o a la) ‘webmaster’ y a cuantos aportan esas hermosas fotos y sabrosos textos.

2 comentarios:

Javier dijo...

Amigo Tasio (y perdona esta especie de familiaridad y de acercamiento aún a sabiendas de no conocernos), en principio, a tu pregunta habría que responder que sí, evidentemente. Claro que, a continuación, habría que añadir, quizá, que con matices, para ser más claros.
Atendiendo a la propia evolución lógica de las personas: de niños a mayores, pues claro que sí. Otra cosa sería analizar si en otras circunstancias y con otros medios de desarrollo, pudiésemos haber sido ahora diferentes, que seguro que sí. De ahí, que en la evolución de las personas tenga tanto que ver el ambiente en el que se desenvuelven desde niños, luego adultos, más tarde jóvenes, hasta llegar a mayores.
Si el poeta, con estas palabras, quería referirse a que en el desarrollo de las personas: de niño a mayor, influye su propio yo y sus circunstancias (ya lo dijo alguien más también antes), pues plenamente de acuerdo.
Así que, resumiendo, la contestación a la pregunta, así a golpe pronto y sin encomendarnos a la doctrina de ningún gran pensador, debería ser: Sí, pero con matices. Y aquí en esos “matices”, es donde lo dejo, haciendo una llamada a la inventiva libre de los contertulios. JAVIER

Consuelo dijo...

Tasio, yo sí que te conozco. Recuerdo cuando ibas al pueblo a pasar unos días. Los "chiguitos" nos poníamos muy contentos, pues era un acontecimiento que alguien regresara a casa, aunque sólo fuese por un poco de tiempo, no ocurría todos los días...
Bueno, como ya se ha dicho, nos vienen a la mente tantos recuerdos...
Respecto a la pregunta que en su día se hacía el poeta Gabriel y Galán, en el poema "La Pedrada", la verdad es que, recordándolo, muchas veces me hecho la misma pregunta que él, pero aún no sé la respuesta exacta. Gracias por invitarnos a la reflexión, lo haremos.
Un saludo. Consuelo