domingo, 18 de agosto de 2019

CRISANTEMOS


Acababa de llegar a Madrid desde Frankfurt donde residía. Como todos los primeros de
Noviembre, viajaba para depositar flores en la tumba de su madre. Aquella tarde compró un
ramo de crisantemos y lo colocó en un jarrón del hotel donde se hospedaba; se quedó
mirando largo rato las flores malva, de color pálido algunas, de un color más intenso otras.
Observaba las hojas como leves plumas y le invadió la nostalgia de otros tiempos felices.

- Iré mañana al cementerio, pero a la caída de la tarde; entonces habrá menos gente, pensó.

Estaba cansado del viaje y se sentía triste, así que se acostó pronto y no le costó dormirse
gracias en parte al Gin Tonic que se tomó en el bar para relajarse un poco.

Al día siguiente cuando las luces de la ciudad empezaban a encenderse, tomó un taxi y se
dirigió al cementerio. Quedaba poca gente dentro, observó complacido, y se adentró con paso
rápido en el laberinto de tumbas. Casi todas estaban llenas de flores. Buscó la de su madre
entre las hileras interminables de lápidas blancas o grises, con cruces, con estatuas que en la
oscuridad parecían figuras fantasmagóricas.

Llegó hasta la tumba que buscaba y vio con sorpresa que figuraba otro nombre. No era su
madre. A la sorpresa le siguió un estado de confusión y luego de angustia.

-Era aquí, era esta-se decía. Se sentía aturdido. Miró a su alrededor, sombras deslizándose,
voces tenues casi susurrantes. La luna pálida empezó a perfilarse en el cielo.

-Tengo que estar equivocado, esto no puede ser. Mi madre estaba aquí.

Buscó con la mirada alguien que pudiera ser un vigilante, alguien que pudiera ayudarle. No se
veía a nadie y en aquel momento, un aviso por megafonía instó a la gente a desalojar el
recinto. Iban a cerrar ya.

Se dirigió temblando a la puerta de salida; una gran verja negra de aspecto carcelario.
Apretó con fuerza el ramo de crisantemos.

-Madre, eran para ti, murmuró. Mañana salgo de madrugada para Frankfurt. No tendrás flores
este Noviembre, madre.

                                            Margarita Alonso García Amilivia

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