Cuando el agua corriente no llegaba hasta las casas (¡ayer, como quien dice!), en todos nuestros pueblos existía una fuente perfectamente localizada y delimitada, situada un poco a las afueras, pero no demasiado distante del caserío del pueblo, no obstante, y con un acceso fácil y cómodo para que los vecinos pudiésemos acudir a ella con relativa facilidad, y que la corporación municipal se ocupaba de cuidar muy mucho, pensando en que era algo imprescindible para todos los vecinos.
Porque era la que nos podía surtir a diario el agua para el uso habitual (luego vendrían los pozos artesianos, pero esa es ya otra historia diferente). Entre otras cosas, porque estos estaban ya en el interior del pueblo y se perdía un poco ese encanto del camino o del sendero de la fuente, donde alguna que otra pareja aprovecharía a buen seguro para algún que otro requiebro amoroso.
Lo cierto es que hasta ella acudíamos casi cada día a llenar nuestros cubos, que luego usábamos para rellenar a su vez aquellos grandes cántaros que casi siempre se encontraban a la entrada de lo que podíamos llamar la “parte noble” de la casa, a mano siempre para poder hacer uso del agua conforme la utilidad del momento lo dispusiese.
Velillas tenía también su fuente, ¡cómo no!. Y el agua que manaba de ella fue siempre muy querida por todo el pueblo, por su limpieza y pureza, pero sobre todo por lo fresca que salía en el verano, cuando aún no se habían inventado las neveras y todos esos aparatos de congelar y producir frío. De ahí que en ese tiempo estuviese especialmente solicitada y el camino a la misma muy concurrido. Recogerla en aquellos botijos de entonces y cuidar de ponerla siempre a la sombra debajo del carro, cuando las faenas en las eras estaban en su mayor auge, era algo de lo que nos ocupábamos casi siempre los más pequeños. Claro que para sacar el agua de la fuente era preciso saber mover un pequeño mecanismo que bombeaba el agua desde las profundidades hasta poder recogerla en el cubo, el botijo u otro utensilio por el estilo. Cuando se rompía este mecanismo, había que llamar al herrero de Quintanilla (Sine) para que fuera a repararla.
Los tiempos cambiaron, la modernidad se instauró en nuestros pueblos, pero la fuente, nuestra fuente, sigue aún en pie, siendo testigo del paso del tiempo. Y su camino, huérfano total de vecinos que iban y venían en busca de su rica agua y…
5 comentarios:
Muy bonita esta pequeña, pero variada composición de fuentes y pozos de nuestra Comarca, que habéis colocado para enmarcar mi relato sobre la importancia que tuvieron las fuentes en nuestros pueblos en aquellos años. Gracias por vuestra generosidad. Saludos. JAVIER.
Según lo que mis abuelos me contaron, el caño de la fuente (que aparece en la foto ,de cuando sacaron agua en Quintanilla ), mañana hace 59 años que lleva echando riquísima agua para los vecinos del pueblo y visitantes .
Me encantaba beber del caño pequeño “que salía el agua más fresca”
Saludos a la gente de Quintanilla aunque no soy del ayuntamiento, soy de Gozón aunque creo que el autor del articulo sabe quien soy, mi padre se crió en Portillejo.
Una vez hecha la presentación diré que la fuente de Quintanilla, en la que se ve la fecha en que esta tomada, quisiera saber si esta junto al río porque no me suena ya que siempre fui a beber a la que se encuentra junto al tele-club.
Saludos
Hola Tomás. La fuente vieja esta cerca del rio, en el camino al monte. En las fotos puedes ver mas detalles, hay fotos de invierno y las otras las mandó Concha en abril, podéis comparar el cambio y también que no se usa ya hace muchos años.
Saludos
Gracias por la información, entiendo que es al otro lado del rió o no me di cuenta hace unos años que me hice la ruta desde Villarmienzo a Gozón por el rió desde Quintanilla.
Saludos.
Publicar un comentario