jueves, 12 de enero de 2012

Aquellos inviernos de hielos y nieves


¡Aquéllos sí que eran inviernos! Es una frase que hemos escuchado decir a nuestros mayores un montón de veces. Y que seguro también la hemos pronunciado cualquiera de nosotros en muchas ocasiones tiempo después contándoselo a nuestros hijos.
Ahora, cuando en los termómetros vemos que la temperatura en los exteriores de nuestras casas bajan hasta -3 ó -4 grados, e incluso es posible que también algunos grados más abajo en la escala; es muy probable que al hilo de ello nos vengan al recuerdo alguno de aquellos inviernos en el pueblo, cuando ¡entonces sí que nevaba con contundencia! en nuestra tierra; y donde también el frío se sentía con verdadera intensidad.  ¡Aquéllos sí que eran inviernos crudos de verdad!, podríamos volver a repetir ahora.

Con la nieve y el frío como compañeros inseparables durante el día, situación que se agudizaba aún más durante las horas de la noche, no resultaba extraño que por las mañanas apareciesen grandes ristras de “chupiteles” –como allí los llamábamos- pendiendo de los tejados de las casas, algunos de ellos amenazantes de caer al suelo con contundencia.  Y que los arroyos próximos al pueblo apareciesen con sus aguas heladas para una larga temporada, día tras día, hasta alcanzar una capa de hielo bastante considerable, sobre la que los chavales nos divertíamos día sí y día también resbalando sobre ella en jornadas y carreras interminables, donde la competición se hacía habitual cada día. Con la diversión asegurada durante unas horas y pendientes por momentos de los inoportunos traspiés que dieran con todo nuestro cuerpo en tierra sobre el hielo, ante la carcajada generalizada del resto de amigos; pero no importaba, nos levantábamos y volvíamos al juego una y otra vez.

Y al día siguiente, a poco que la ocasión resultase propicia, nueva sesión de patinaje sobre hielo en plan casero y popular, y con admiradoras incluidas, pero con alguna mayor seguridad ya en cuanto al equilibrio sobre la pista, lo que aumentaba nuestro interés por insistir en la hazaña una y otra vez, y con un recorrido más largo cada vez, a poco que el arroyo nos lo permitiese.

Y, entretanto, el invierno continuaba su camino habitual a nuestro alrededor…


                                                                                                                             JAVIER



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Os recomiendo este video:

http://www.youtube.com/watch?v=zK4sB_rWhF8&feature=player_embedded#!

Tomás B dijo...

Javier nos comentas lo peligroso de los chupiteles y en ocasiones en los tejados bajos con palos les solíamos tirar con mas peligro aún.
Utilizar el río como pista de patinaje también tenia su peligro no solo las caídas si días atrás habíamos roto el hielo para comprobar el grosor al ser mas fino te podías caer, y con el frió no sentaba nada bien.
Con la nieve aparte de muñecos se solían organizar unas pequeñas batallas.
Saludos.