domingo, 17 de febrero de 2019

Aquellos bautizos



Las circunstancias de los tiempos han hecho que ya no se oficien bautizos en nuestros pueblos.  Apenas uno muy de ciento en viento –si caso- y pare usted de contar.  Y debido, además, a algún hecho o eventualidad ocasional y excepcional; como este último habido hace unos meses en Quintanilla.

Ya no suenan las campanas de la iglesia anunciándolo a todo el vecindario.  Ya no se viste el pueblo de gala para acudir al evento.  Ya no hay niños corriendo tras la pedrea de confites y caramelos, y algunas monedas de cuándo en cuándo…

Y es que el bautizo de un nuevo retoño en la familia, resultaba ser una auténtica fiesta en el pueblo.  En especial para los más pequeños, que esperábamos con verdaderas ansias el momento en el que se produciría el lanzamiento al aire de puñados y más puñados de confites y caramelos por parte de los padrinos del recién nacido; entre el jolgorio general de los apedreados y los gritos de los chavales pidiendo más caramelos –o más confites-; y no dudando en ocasiones en demandar estas pequeñas golosinas con expresiones más contundentes del tipo: “padrino roñoso” o “padrino tacaño”; que a veces tenían su recompensa por la otra parte .

En Velillas en aquel entonces, también tenía lugar esta celebración social de cuándo en cuándo. Y resultaba un día de fiesta para el pueblo entero, con repique de campanas y todo anunciándolo a los cuatro vientos, y dando la bienvenida al recién llegado.  Pero sobre todo, quienes más gozábamos del evento y, sobre todo, de la incruenta pedrea posterior, éramos los chavales.

Una vez finalizada la ceremonia religiosa, el pueblo entero acompañábamos a la familia del recién nacido en su recorrido hasta una de las eras del pueblo –frente a la escuela-, en la que iba a producirse el lanzamiento de las golosinas apedreando con ellas a los vecinos.  Y donde los chavales, inquietos a más no poder durante el paseo, esperábamos esos instantes con gran entusiasmo. 

Tan importante nos parecía el acontecimiento, que incluso competíamos entre nosotros por ver quién había recogido más cantidad de golosinas.

Y pasado el evento y hecho este recuento de confites y caramelos y alguna que otra moneda, a esperar el próximo bautizo; degustando, eso sí, los dulces recién recogidos.  

José Javier Terán.

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