jueves, 10 de abril de 2025

Concierto Asier y Ana



Hace tiempo que descubrimos la pasión y dedicación de Asier tenia por el Chelo.
Aquí tenéis un trocito de la interpretación de El cisne de Camille Sain- Saëns junto a su hermana  Ana al piano en la presentación del Programa  SuperArte de  la fundación SIFU.





























 

miércoles, 9 de abril de 2025

Camino del campo a segar



 Era verano y, el sol, situado en su punto más elevado a aquellas horas de la tarde, apretaba de lo

lindo aquellos días, lo que en esas fechas encaramaba hasta límites insospechados a la canícula

más asfixiante del momento.

foto de segadora antigua (internet)
                                               Máquina segadora antigua (Foto Internet)


Y así día tras día, cuando el reloj marcaba indefectiblemente las tres en punto de la tarde, o quizás

las cuatro en otras ocasiones y, sin telediario ni novela televisiva que llevarse al tiempo de las

horas tras la comida (aún la televisión no había llegado al pueblo) que permitiese un pequeño relax

de unos cuantos minutos a la sombra del interior de la casa, lo que obligatoriamente debía

ejecutarse a aquellas horas intempestivas de la tarde era enganchar las mulas a la máquina

segadora y tomar a continuación alguno de los caminos de salida del pueblo en dirección al

campo; con todo el calor de los rayos de sol aplanando cada uno de los instantes de la tarde,

partiendo en dirección a la finca que, realizadas con carácter previo las correspondientes

comprobaciones sobre la madurez o no del fruto sembrado, tocaría el turno de siega durante las

próximas horas.


Y, además, enfrentados al sol a cuerpo gentil en la práctica, solo cubiertas nuestras cabezas por un

sombrero que, en el mejor de los casos, llevaría ya varios veranos con nosotros, tratando de

mitigar en lo posible el calor tan asfixiante de aquellos momentos.


Por ello, los pasos en el camino devenían excesivamente lentos. A la par, el silencio en el campo

a aquella hora, contra lo que pudiese pensarse, no parecía ser total. Pues al ruido que ya de por sí

emitían nuestros pasos y el de las mulas, junto al de las ruedas de hierro de la máquina segadora al

desplazarse, se unía el de las incansables chicharras al borde del camino. Y, de vez en cuando, el

que producía algún pájaro que se veía en la necesidad de abandonar precipitadamente la sombra

que le proporcionaba la maleza del camino o algún árbol de mediana altura al pasar junto a ellos.

Nuestras miradas, sobre todo las de los chavales que acompañábamos a la familia tratando de

ayudar en las diferentes faenas, cansadas y como perdidas en la lejanía del horizonte; y el

pensamiento quizás embebido en los juegos que pensábamos retomar en la calle una vez

regresásemos al pueblo. En cambio las de los mayores, firmes en un punto del fondo del camino y

pensando en la mejor manera de encarar la faena próxima, para tratar de finalizarla antes de que la

noche hiciese acto de presencia.


Llegados a la finca objeto de la siega, cada uno de nosotros teníamos ya definido el cometido que

nos tocaba y a él nos aplicábamos con presteza.


Paso a paso, la máquina segadora iba depositando en el suelo la mies segada, que pronto, los

ayudantes convertíamos en una serie de morenas o montones dispuestos ya para un posterior

acarreo de la misma hasta la era.


Y, entretanto, el sol, por su parte, continuaba proyectando con una inusitada fuerza sus rayos más

potentes sobre todos nosotros, que nos veíamos en la necesidad de tomar algunos minutos para el

descanso; aprovechando entonces para dar el correspondiente tiento al botijo que guardaba aún

fresca el agua recién recogida en la fuente del pueblo antes de la salida, lo que nos permitía un

cierto respiro momentáneo al sentir cómo dentro de nosotros parecía mitigarse un tanto el calor.

Concluida la faena, con la canícula ya desaparecida en gran parte, coincidiendo en esencia con el

final de la tarde, el camino de regreso a casa resultaba con diferencia mucho más gratificante que

el de ida.


Para los mayores, porque se había podido finalizar el trabajo programado y esperaba en casa el

merecido descanso; y para los más pequeños, porque volveríamos en breve a coincidir en la calle

con el resto de amigos del pueblo para iniciar nuevos juegos a nuestro aire hasta bien entrada la

media noche.


Eso sí, al día siguiente más de lo mismo; y siempre con el asfixiante sol sobre nuestras cabezas

apenas cubiertas por aquel sombrero de marras.


                                                                       José Javier Terán.




martes, 8 de abril de 2025

Me gusta la primavera

Al igual que su hermana Consuelo, Agustín también escribe poesía, ya ha compartido alguna con todos nosotros . Hoy nos regala esta  dedicada a la primavera.


 


                                                                  Agustín Relea


sábado, 5 de abril de 2025

NECROLÓGICA





Nuestro mas sentido pésame para toda la familia y en especial para Conrado y sus hermanas.


                        Descanse en paz