Los actos de Semana
Santa en Quintanilla no tienen gran relevancia pero sí son entrañables y se
viven intensamente especialmente por los más mayores del pueblo.
El jueves comenzaron los
actos” los Santos Oficios” que este año han sido por la mañana, no como tradicionalmente se hacían por la tarde, trasladando
el Santísimo al Monumento.
El viernes se lee la Pasión en los actos de la mañana
regresando el Santísimo al Sagrario en el Altar Mayor. Por la tarde se quedó
para cantar el tradicional Rosario de la
Buena Muerte aun que la lluvia torrencial que caía a esas horas, como en la
mayoría del país, hizo que muchos no acudieran pero las pocas asistentes lo
rezamos con buena intención y gran devoción.
El sábado por la tarde-noche terminan los actos de esta
Semana Santa.
Hace años, en el
Domingo de Resurrección se celebraba la procesión del Encuentro: Salía la imagen
de la Virgen del Rosario con un manto negro y la del niño Jesús, esta portada
por los niños, cada una por una calle y se producía el encuentro entre
cánticos.
Estas son algunas de las estrofas.
Contener Dios amoroso
Nuestra excesiva alegría
Por haber resucitado
Dentro del tercero día
¡Oh qué mañana tan fresca!
¡Oh qué mañana de flores!
Para la Virgen María
Ha amanecido señores
Quítate ese manto negro
Y revístete de gala
Que viene resplandeciendo
el que tú muerto llorabas
Ya se encuentran hijo y madre
En la calle la amargura
Ya todo será placer
Y eternamente dulzura.
Las puertas están abiertas
Doncellas vamos entrando
De rodillas por el templo
Y agua bendita tomando.
Buenas y felices Pascuas
Les deseamos los presentes
A nuestro párroco amado
Y a todos sus feligreses.
………
Seguro que leyéndolo os acordáis de más estrofas y del orden
de ellas, si lo compartís podemos intentar recuperar al menos la letra de
aquella procesión.
Gracias a Sine y Ana por hacer memoria para que no se pierda
parte de nuestra tradición.
1 comentario:
De ese aspecto marcadamente entrañable que hablas de la Semana Santa de nuestros pueblos, guardo todavía algunos recuerdos, también entrañables, de aquel entonces. Curioso era, por ejemplo, el hecho de “tapar” o “cubrir” los Santos en sus hornacinas durante esos días, con aquellas grandes telas oscuras en demostración de luto; y que luego se destapaban el sábado de gloria con gran alegría. Y para los más pequeños, entrañable era también el momento de sacar las carracas, en silencio durante el resto del año y, con su particular sonido, convocar al pueblo a los oficios de esos días en la iglesia, puesto que las campanas permanecían en silencio.
Ahora, lo que más nos impactaba a muchos de nosotros, unos chavales todavía, era el momento en el que, el jueves santo, el cura lavaba los pies a algunos vecinos en la propia iglesia, toda una demostración de fe y entrega a los feligreses.
Y eso sí, el domingo de resurrección todo cambiaba de pronto y la alegría volvía a los rostros de mayores y niños. Saludos entrañables.
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