miércoles, 5 de junio de 2024

El sendero de la fuente


Justo ahora, que el camino a la fuente de Velillas –nuestro “sendero” de la fuente de toda la vida-, tras los trabajos de limpieza y adecentamiento de sus márgenes, ha quedado expedito y libre para poder acercarse a la misma con comodidad, se me han ocurrido estos cortos versos intentando darle al entorno un mayor realce, y que no pierda nunca la importancia y el significado que para los habitantes de Velillas siempre representó.



Remarcando por encima de todo la frescura de su agua, que tanta sed mitigara y tantas gargantas refrescara en aquellos años de veranos de calor asfixiante y duros trabajos en las eras del pueblo.





Javier Terán.



Volver a mi fuente



Volver a la fuente de Velillas

es mucho más que volver

a un lugar físico como de puntillas

para no herir los recuerdos del ayer.



Volver a mi fuente de agua

fresca y reparadora de tanta

sed mitigada de gente vecina,

en veranos de fuerte calorina.


Es retrotraernos a aquellos veranos

de cuando chavales en el pueblo

y, botijo en ristre, llegarnos

hasta la fuente al final de aquel camino.



Aquel sendero repleto de amapolas,

junto al riachuelo lleno de ranas

que saltaban al agua asustadas

al sentir nuestras pisadas.



Y, acompañados del canto de algún jilguero,

llegarnos por fin a la fuente

donde llenábamos nuestro botijo,

mientras espantábamos a las avispas del recipiente.



Y mientras accionábamos la bomba

que sacaba el agua de la hondura,

imaginábamos que las plantas de la charca

se comportaban como nenúfares en la poza.



Luego, en el camino de vuelta a las eras

nos entretenía de nuevo el sendero,

y cuando llegábamos a ellas,

recibíamos por la tardanza algún lamento.



¡Ay!, sendero de mi fuente,

de mi fuente de Velillas;

un día te sentí perdido y ausente,

para reencontrarte luego lleno de esperanzas.


© J. Javier Terán.