jueves, 4 de septiembre de 2014

Querido tío Eugenio


Querido tío Eugenio: He dejado pasar unos días desde que se produjo tu fallecimiento para poder ir acumulando recuerdos de aquellas vacaciones de tantos veranos que pasaste con nosotros cuando volvías temporalmente de tu querida Argentina para visitarnos, y escribirte esta carta de despedida y agradecimiento por lo mucho que nos diste en aquellos inolvidables reencuentros. 
Primero venías cada seis años, según recuerdo yo, aunque en casa siempre escuché que al principio de tu vida misionera tardaste mucho más tiempo en regresar para abrazar a tu familia. El plazo de los seis años que yo recuerdo que había que esperar para volver a verte, tiempo después se convirtió en cinco y luego en tres. Después, ya no volviste más, porque la edad y el incipiente alzheimer que empezó a poner sus garras sobre ti te impidieron volver a efectuar tan largo viaje. 
Pero volviendo a aquellos recuerdos de los veranos que vivimos juntos, todavía se mantiene fresco en mi memoria el olor de aquellas comidas campestres en el río de la Vega, cuando toda la familia nos desplazábamos a aquel bonito paraje donde tu habías organizado el asado del "matahambre", como tu llamabas a la carne de vacuno y pasábamos un día fenomenal oyéndote contar historias de tu vida misionera y de lo mucho que trabajaste en aquella tierra para mejorar la vida de sus habitantes. 
Todos recordamos también lo que te gustaba promover excursiones familiares a Covadonga,
a las cuevas de Valporquero o a Caín, ese pueblo de la montaña leonesa que mira que entonces era difícil el acceso por el mal estado de la carretera, pero tú te atrevías con todo y siempre te ponías al volante con prudencia y con mucha pericia.  
Ya en los últimos años en que tuvimos la gran suerte de contar con tu compañía, recuerdo lo que disfrutabas jugando al parchís y comiendo fichas a diestro y siniestro a mi madre, Ana, y a mis  tías  Florentina y  Espe. A morfar" decías. Qué risa, qué buenos ratos, tío. Pero en la última visita que nos hiciste, hace varios años, ya te vimos cansado, flojo de memoria, dubitativo, más callado.... porque la incipiente enfermedad que te rondaba y que no nos ocultaste comenzaba a hacer sus estragos. Recuerdo tu preocupación por el regreso a tu adorada Argentina. Tenías algo de miedo a llegar al aeropuerto de Madrid y no saber tomar el avión de regreso, debido a que la falta de memoria ya te empezaba a desorientar. Pero nosotros te tranquilizábamos para que pasaras lo mejor posible lo que fue el último verano contigo. "No te preocupes tío. Ya te llevará Abel. Que te va llevar hasta la puerta de embarque del avión. No te preocupes". Y tu nos respondías con aquella sonrisa sincera tuya que no podremos olvidar mientras vivamos. Gracias tío Eugenio.

                                                               MARIBEL


1 comentario:

Concha dijo...

Nuestro mas sentido pésame a toda la familia de Eugenio.
Un cariñoso saludo
Concha