jueves, 4 de julio de 2013

El paisaje del verano


 A punto ya de llevarse a cabo en muy breves días la gran recolección de los frutos mayores, por su extensión, de nuestros campos, que fueron madurando sobre la tierra paso a paso durante una larga temporada, proporcionando al paisaje unos cambios de tonalidad acordes con las diferentes etapas por las que pasaron en el devenir de las estaciones, pronto adquirirá aquél, tras ese fenómeno de la recolección, una menor vistosidad exterior, la que le proporciona una especie de color monocorde que parece mostrarse por doquier; previa a que sobre estos mismos campos que le conforman se efectúen las nuevas labores agrícolas del otoño, tendentes a propiciar el inicio de un nuevo ciclo productivo con el momento de la siembra; aunque para ésta falte aún algún tiempo, y sobre todo el verano de por medio.
Entretanto, habitantes del lugar y veraneantes de nuestros pueblos, podremos observar cómo metódicamente, de un día para otro, el paisaje que nos rodea va a ir adquiriendo matices y tonalidades de conjunto diferentes prácticamente cada día, a medida que estos campos de “pan llevar” de nuestra Castilla, que dijera el poeta, van siendo cosechados y sus frutos retirados a buen recaudo.
Y todo ello en un tiempo récord –contrastándolo con el inmediato pasado-, gracias al imponente desarrollo de la mecanización agrícola a todos los niveles de los tiempos modernos, y que a nosotros nos ha tocado ser testigos de ello.
Paisaje de verano, amable en cualquier caso porque, entre otras cosas, el personal en una buena mayoría está en tiempo de vacación y las cosas se ven bajo una perspectiva mucho más generosa y hasta campechana en alto grado.

                                                     Javier

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