lunes, 4 de febrero de 2013

Antruido


Llegadas estas fechas y hablando de Carnaval, los tiempos modernos aluden a la lucha entre Don Carnal y Doña Cuaresma por hacerse con el triunfo sobre el alma y el cuerpo de los hombres, y así “guiarlos” según sus respectivas “enseñanzas”...

En aquellos tiempos del pueblo, llegadas estas fechas y hablando de Carnaval, nosotros nos referíamos siempre al “antruido”, como término que conocíamos todos los chavales del pueblo a las mil maravillas y, que acercándose su fecha, era casi obligado el ponerse un tanto nerviosos.  Pensando sobre todo en qué casa celebraríamos ese año lo que llamábamos el “antruido”, esto es, nos guisasen las viandas que anteriormente habíamos ido recogiendo casa por casa con nuestra mejor disposición y disfrazados a nuestra manera, sobre todo con ropas viejas y un tanto ajadas de los mayores, que era la que teníamos más a mano.  Luego, de dar buena cuenta del guiso, ya nos encargaríamos nosotros…  

En nuestro peregrinar por el pueblo, llamando casa por casa en demanda de algún alimento susceptible de su utilización posterior en la consiguiente cena, y pidiendo, a la par, si aquel año alguien se pudiera hacer cargo de aquella cuadrilla de chavales y cobijarlos bajo su techo por algunas horas mientras dábamos buena cuenta de la “pantagruélica” cena que confiábamos nos preparasen; uno de los años, en aquel deambular de casa en casa, hubo algo diferente que se me quedó grabado a fuego, una anécdota un tanto graciosa que aún recuerdo con todo lujo de detalles.  Pero que hablaba a todas luces de nuestra ingenuidad todavía infantil.

Resultó que una de las vecinas a la que insistíamos una y otra vez para que nos aderezase aquel año, como así procedía en buena lid, aquellas viandas que recién habíamos recogido, nos prometió que sí, que nos lo haría, pero no aquel año.  Tanta debió de ser nuestra insistencia, que a la buena señora no se le debió ocurrir otra cosa para quitarnos de en medio que asegurarnos que “ella se haría cargo de nuestro “antruido” el año que Carnaval cayese en miércoles”. ¿?.  Y claro, tan convencidos que nos fuimos de allí los chavales, pensando que al año próximo lo teníamos asegurado de todas todas, así que tomamos debida nota.

La decepción fue mayúscula cuando en nuestras casas nos dijeron que, simple y llanamente, nos habían engañado como a niños que todavía éramos; porque, de manera constante, fuese el año que fuese, Carnaval caía siempre en martes (el famoso martes de Carnaval, el día de nuestra fiesta por excelencia), el día de “antruido”en nuestro pueblo. Pero aun aquella pequeña decepción, aquel año celebramos también nuestro “antruido” de rigor.  Y a los postres, alguien puso sobre la mesa unas ricas y apetitosas hojuelas, que ninguno supimos explicar su procedencia…



                                               JAVIER




No hay comentarios: